Si sos fan de la buena música, entonces la entrada de hoy es para vos. Y si sos fan de experiencias nuevas, también.
Quienes me conocen saben que soy un gran seguidor de la música jazz en todas sus expresiones. Como tal quiero contarles una de las experiencias de jazz más profundas que he tenido en mi vida.
Sucedió en Cuba
Sí, conocía que en Cuba había una escuela de jazz muy buena, pero lo que ocurrió ese sábado 14 de octubre fue algo inesperado. Ese día llegamos a la isla cerca de las 2 o 3 de la tarde, nos acómodamos y salimos a caminar por La Habana con Támara, la chica de la casa particular donde nos quedamos.
Caminamos por Infanta y luego caminamos por Avenida 23 o, como se conoce entre los habaneros, La Rampa. En esta avenida se encuentra toda la vida social en Habana Centro: Cine Yara, Pabellón Cuba, Coppelia y por supuesto entre muchos otros bares, La Zorra y El Cuervo. Conocíamos de su existencia y planeábamos ir, pero no sabíamos cuándo exactamente.
Después de esa caminata volvimos a la casa, cenamos y decidimos irnos para el bar. Llegamos cerca de las 10 de la noche (la admisión es a las 9:30).
El bar estaba lleno y había un grupo tocando: “Bellita y JazzTumbatá”. La entrada fue de $20 dólares por dos personas, con dos bebidas incluidas para cada uno (mojito o cuba libre). También ofrecen comidas de todo tipo y todo tipo de bebidas. Además hay que destacar que la atención de los meseros fue muy buena.
Nos sentamos escuchando lo que tocaban y pues nos pareció muy bueno. Las bebidas estaban bien y el ambiente inmejorable.
Bellita seguía con su show y su bajista se lucía tocando el bajo con una mano y con la otra una de las congas. El saxofonista, salía del escenario, se echaba un trago de ron y después volvía para soplar el saxo con más destreza que antes. El baterista comenzó a crecer en velocidad y de un pronto a otro era un hombre de seis brazos golpeando la batería de la manera más rítmica posible. Y Bellita, pues Bellita era una con el piano y escateando se nos perdió.
Bellita y Jazz Tumbatá - Óyelo Sonar
No sé si fué por el cuba libre o el mojito, pero Verónica y yo empezamos a caer en un trance musical con la mirada fija en estos 4 personajes en la tarima que estaba a nuestro nivel.
Los músicos perdidos en su arte hacían sonar su instrumento a más no poder, y el sonido del bar se comportó a la altura.
Estábamos frente a una de las demostraciones musicales más maravillosas que hayamos visto en muchísimo tiempo. El Jazz nos entró por todos los sentidos.
Pues sí, estábamos sin entenderlo muy claramente, en una de las mecas de Jazz latinoamericano y del jazz afrocubano, lo sabíamos, pero estando ahí entendimos por qué. En este lugar se puede encontrar cualquier noche tocando a algún integrante de la familia Valdez, a Roberto Fonseca, a Yasek Manzano, a Yissi, etc (si no conocen quienes son en YouTube encontrarán referencias y videos de los grandes festivales en que han participado).
Así fue nuestra primera noche en Cuba. Así es la Zorra y El Cuervo, para mí, un lugar IMPERDIBLE y que hay que visitar cada vez que se visite La Habana.
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